El desafío de la casualidad afortunada

4 Ene

La mítica librería Shakespeare & Co, en París. Fotografía de Toshio Kishiyama

Uno de los retos que el libro electrónico tiene por delante es la casualidad afortunada. Todos los lectores conocemos la experiencia de comprar libros en una librería. Se ha vuelto tan habitual para nosotros que no hemos reparado en sus virtudes hasta que han emergido nuevas alternativas para la adquisición de libros.

En una librería el lector pasea físicamente entre libros dispuestos de forma que sus cubiertas o lomos llamen su atención. Habitualmente están ordenados por secciones (literatura, ensayo, etc.), pero cada librero tiene su propio sistema. En esos paseos la mayoría hemos disfrutado de lo que podríamos llamar la «casualidad afortunada». Con ello me refiero a la experiencia de que un libro absolutamente inesperado, de un tema, género o autor del que jamás habíamos oído hablar, llame nuestra atención y que, tras comprarlo y leerlo, descubramos en él a uno de nuestros nuevos favoritos.

Las buenas librerías favorecen la casualidad afortunada. Nos exponen a un criterio distinto del nuestro –el del librero– y, quizá todavía más importante, nos exponen al azar.

Esta experiencia del azar es propia de la librería física y no se produce, de momento, en el mundo digital. La naturaleza sucesiva de Internet hace que los impactos nos lleguen de manera ordenada, página tras página, y que sigan siempre una cadena causal. Amazon, por ejemplo, nos recomienda libros basados en lo que otras personas que han comprado el libro que estamos viendo han comprado, lo que refuerza nuestra dirección lectora y nos blinda del azar; o bien nos anima a sumarnos a lo que la mayoría está leyendo, a través de sus listas de más vendidos. En las librerías digitales, el azar se considera un error del sistema.

Diversas páginas están realizando experimentos para intentar reproducir la experiencia tradicional de la compra de libros y ofrecer un sistema que permita que se produzcan esas casualidades afortunadas que tienen lugar en las librerías. La mayoría de estos intentos consisten en la acumulación de una serie de cubiertas en una misma página pero, debido a la limitación del tamaño de las pantallas, en muchos casos cada cubierta individual resulta demasiado pequeña como para cumplir su función.

No me cabe duda de que, con el tiempo, la tecnología hallará un medio de superar este reto. Quizá es concebible la creación de un entorno de librería virtual que, a modo de lo que pudo llegar a ser Second Life, ofrezca una experiencia visual tridimensional detallada y comparable al de unas mesas de novedades de un librero. Veremos más sobre ello en el Curso de Edición Profesional de Taller de los Libros, que se iniciará en Barcelona este próximo 17 de enero. Por el momento, sin embargo, si un lector quiere todavía experimentar la posibilidad de una feliz casualidad que le lleve al descubrimiento de un nuevo autor o título, sigue teniendo que acudir a esos templos del azar literario que son las librerías.

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